13-14-15 de noviembre de 2025
Servicio de urgencias.
Hombre de 90 años que acude por cifras bajas de saturación detectadas en domicilio mediante pulsioximetría.
Enfoque individual
Antecedentes personales: HTA. FA en tratamiento con apixabán. Situación basal: IABVD. Camina con bastón.
Anamnesis: Acude por desaturación objetivada en pulsioxímetro en domicilio sin disnea. Había acudido a urgencias dos días antes por TCE con traumatismo cervical, con una EF normal sin signos de alarma y sin hallazgos patológicos en las pruebas de imagen.
Exploración física: A la exploración, buen estado general, la auscultación cardiopulmonar es normal, MVC, sin ruidos. A destacar, debilidad distal de MSI con mano en garra y debilidad de MII (fuerza global 1/5).
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Identificación del problema: Se coloca collarín y se solicita TC cuello urgente, posteriormente se interconsulta a neurocirugía para valoración, y ante la clínica se solicita RM cervical.
Pruebas: TC cuello: fractura de cuerpo vertebral, faceta y apófisis C6. RM cuello: compresión medular desde C4- T1 en relación con hematoma epidural.
Diagnóstico: Hematoma epidural C4-C6.
Tratamiento y planes de actuación
Tratamiento: Cirugía descompresiva.
Evolución
El paciente evolucionó favorablemente, recuperando la movilidad y fuerza de extremidades.Este caso ilustra cómo en la práctica clínica, múltiples agujeros en las barreras de seguridad podrían haber llevado a consecuencias fatales: la edad avanzada, el AP de traumatismo cervical, la anticoagulación, una primera valoración sin hallazgos patológicos y la consulta posterior por un motivo inespecífico. Según la teoría del queso suizo, la coincidencia de estas circunstancias podía haber pasado inadvertida. Sin embargo, la exploración física detallada y la visión clínica en urgencias actuaron como una barrera sólida, permitiendo identificar el déficit neurológico, completar el estudio y realizar tratamiento precoz que cambió su evolución.
De este modo, se refuerza la idea de que el médico de familia es clave en el sistema de seguridad del paciente, ya que su mirada global y su capacidad de integrar antecedentes, síntomas y exploración son determinantes para evitar que los «agujeros» se alineen y se produzca un desenlace adverso.